Este apartado no es un tratado de ciencia psiquica, sino escritos inclinados a la cultura espiritual al alcance de todos, y su fin no es otro que hacer factible para todos la adquisición de recursos arrolladores en la lucha por la vida, que hoy más que nunca exige voluntad, carácter bien templado y tenacidad en el esfuerzo.
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Tenemos en nuestras almas tesoros de imaginación que debemos aprovechar para nuestro mejoramiento y para beneficio de los que nos rodean. No los dejemos sepultados y estériles, si no queremos infringir las leyes de la Armonía Universal.
El dolor, la enfermedad, la vejez con su cortejo de desencantos y quejumbres, la muerte misma, no pueden vencernos, por que no son cosas reales. Lo único eterno y real es el Espíritu.
El hombre lleva dentro de sí mismo un enorme depósito de energías, de fuerzas que no utiliza, que muchas veces desconoce y cuyo desarrollo le capacita para encontrar la verdadera felicidad y le pone de paso en condiciones de ser árbitro de su destino.
Con este apartado se pretende combatir el pesimismo que se ha apoderado del mundo frente a sus reiterados y sangrientos fracasos.
Se pretende enseñar cuan nocivo es el escepticismo para conquistar el bienestar físico, moral e intelectual y se pretende por último, infiltrar en todos los espíritus decaídos y llenos de penosas incertidumbres, intensos deseos de renacimiento, ideales de firmeza, de optimismo y de triunfo, para que puedan contemplar las maravillas de un mundo nuevo que se obra de sus propias manos.
Probablemente pueda ser tomado esto no más que una simple ilusión, pero en todo caso se trata de una ilusión que es posible se convierta en majestuosa realidad, ya que es evidentemente una fuerza espiritual que no puede perderse en el vacío.
Ilusión fue el aeroplano, y ahora éste reina en el espacio que antes solo pertenecía a las aves. Ilusión fue la teoría de Galileo y ya vemos cuán real es su descubrimiento. Se repiten ejemplos de las ilusiones que son fuerzas capaces de transformar el mundo y conducirlo por amplios caminos de progreso y de civilización.
El alma del hombre es asombrosa cuando está despierta; pero cuando yace insensible bajo los narcóticos fatales del pesimismo, de la duda, del odio y del egoísmo, no sirve para nada al hombre, sino por el contrario le conduce a peores vicios y a los más irreparables fracasos.
He de resaltar que el alma humana tiene potencias ilimitadas en estado latente que se manifiestan en el poeta, en el filósofo, en el gran hombre de negocios, en el guerrero triunfador y en todos los que de un modo o de otro impulsan la marcha de la humanidad hacia adelante,
y mediante este apartado se desea que esas fuerzas sean conocidas y aplicadas de una manera consciente.